Hace 20 años que no iba a Granada. Imperdonable. Desde el coche, he visto las oficinas del Granada Hoy, el periódico que dirige el madridista Ramón Ramos, que fue director adjunto de La Opinión de Málaga, corresponsal en Granada de EL MUNDO de Andalucía y redactor jefe de Diario 16 Andalucía, en la etapa del Polígono Calonge.
Por la zona, al mediodía, muchos libros y apuntes. Terminan los exámenes de febrero. Colas de 100 metros para entrar en los comedores universitarios. Risas y complicidad juvenil. La larguísima calle Pedro Antonio de Alarcón adelanta una noche de alcohol y decibelios. El restaurante Los Manueles, visitado por los Reyes y las infantas en 1982, se ha mudado. Desde julio está al lado de la Plaza Nueva. «Ahora tenemos la misma clientela y mucho más jóvenes, gente de entre 25 y 30 años», apunta el camarero que sirve una cerveza acompañada de la insustituible tapa granadina.
En la calle Recogidas un par de rubias con camisetas ajustadas, turistas chinos que no quieren ser confundidos con japoneses y granadinos que dejan el coche en el aparcamiento frente a la calle Luis Braille. Y, en la esquina, otra redacción: la de Onda Cero.
Un cura con sotana pasa por la Librería Sagrada de Pedro Antonio de Alarcón y en una papelería de la esquina sirven, en el mismo espacio, un par de best sellers infumables y la apetecible novela (Premio Nadal) de Felipe Benítez Reyes.
Apuntes de una ciudad-mito que prometo conocer mejor. Volveré a Granada. Seguro. Y pronto.