Se llamaba El cantor de jazz. Estaba en la calle Lazcano, casi esquina con calle Comedias, en plena Milla de Oro de la movida malagueña. Anoche, en la madrugada del Domingo de Resurrección, murió el antiguo dueño de ‘El cantor’, en un incendio provocado por una colilla. Vivía en un piso alquilado de la expansiva zona de Teatinos. Quizá murió escuchando jazz, pero no entre amigos, como a él le hubiese gustado.
En ‘El cantor de jazz’ conversó, se enamoró y escuchó deliciosa música toda una generación. Sus paredes las decoraban recortes de artículos de prensa. Se alababa otra forma de tomar copas y conocer a gente nueva ya casi extinguida.