Félix Bayón era sinónimo de felicidad. Carcajadas, campechanía, ganas de vivir… El fin de semana se cumple un año de su fallecimiento. Le falló el corazón la tarde del Sábado Santo de 2006. Fue ‘De un mal golpe’, como el título de su última novela, publicada en Destino, una historia de periodistas y políticos y empresarios corruptos ambientada en Marbella, su casa desde principios de los noventa.
A Félix se le conocía mucho por ser un azote implacable de Jesús Gil y de la JuntaChaves, de denunciar todas las tropelías de una época maldita para Marbella, por ser una persona insobornable, luchador infatigable y columnista crítico, documentado y ágil. Su antología de artículos está en la Red gracias a José Antonio Montano. Y es ahí donde quedan para la Historia del Periodismo español sus crónicas desde Irán con la ascensión al poder de Jomeini, un viaje a Tokio con Felipe González, los reportajes rusos, soviéticos, que tanto recuerda Arcadi Espada en su blog.
Teodoro León Gross escribió así de Bayón: «Tenía pasión política, mucho más que pasión por la política; y era un conversador de largo recorrido, con capacidad no sólo de escuchar, sino de adivinar las trechas más vibrantes del debate, y sin regatear nunca lo mejor de sí en el diálogo».
Y Antonio Soler, su íntimo amigo, resaltó su valentía. «Bayón es un sinónimo de la valentía. Félix fue por encima de todo un hombre valiente. Yo siempre lo recordaré así. Alguien capaz de vencer el miedo, de mirar de frente. Nunca vi a Félix acobardado ante nada. Allí donde otros se habrían rendido, Félix Bayón se creció y mantuvo el pie firme, no importaba si los tiempos eran difíciles, si llovía o diluviaba. Fue valiente y alzó la voz contra los poderes, los complacientes, los dóciles y los mansos, los acomodados y los miserables. Tampoco importó que pusiera en peligro sus intereses. Pertenecía a la tribu de los rebeldes«. Sagrario y Pablo lo saben muy bien.