Hasta hace unos años, Guadalmar era sinónimo de inundaciones y de ruido de aviones (el aeropuerto Pablo Ruiz Picasso está al lado). También de un hotel, el Tryp Guadalmar, de Sol Meliá, donde se suelen concentrar los equipos de fútbol, de chalés espaciosos (allí tuvieron una casa Julio Iglesias e Isabel Presyler antes de que empezaran a proliferar los adosados) y del único espacio virgen costero que queda en Málaga, la disputada zona de Arraijanal, cerca de la Casa Abandonada, lugar de rodaje de El Camino de los Ingleses, y antigua casa-cuartel de la Guardia Civil.
En Guadalmar, frente al hotel, existe un chiringuito, llamado Servando, en el que sirven pescaítos. No sé si están más ricos que los de La Carihuela o Pedregalejo, pero el nivel es muy alto. Allí me reuní el sábado con unos compañeros del colegio, amigos desde que teníamos seis años. «¿Os habéis dado cuenta? Más del 80% de la conversación ha sido hablando del pasado», recordó José Luis. Vicente asentía. El pasado, también el presente y espero que el futuro, nos une para siempre.
Ellos se fueron de Guadalmar tras una sobremesa muy agradable. Decidí quedarme en la playa, que es arena y no tierra, como desgraciadamente ocurre en otras playas de la capital. Leí en EL MUNDO una entrevista de David Jiménez a Shintaro Ishihara, el populista alcalde de Tokio, la megalópolis más fascinante del planeta: por el metro de Tokio circulan a diario 29 millones de personas. Y en Yo Dona la estupenda Carmen Rigalt hablaba de una noticia adelantada por este blog.
El paisanaje de la playa era pintoresco. Una pareja argentina tomaba mate mientras no se perdía la vista del Mediterráneo. Cinco cañas de pescar, un par de jóvenes practicaban con una cometa y un grupo niños jugando en el agua (caliente) completaban la escena playera de -casi- fin de verano.
Mirando al oeste se ve mucho verde. Sólo hay edificaciones lejos (las torres de Playamar, en Torremolinos). Sobresale la zona de Arraijanal. El Ministerio de Medio Ambiente la va a expropiar (80.000 metros cuadrados) y es la perla costera de Málaga. El único territorio virgen de la capital. Mejor que quede así, virgen, sin puerto deportivo ni edificaciones (150.000 metros edificables). Por una vez y, ojalá que sirva como precedente, que pierdan los promotores. Ganarán los ciudadanos. La playa de Guadalmar, que celebró el sábado el ocaso del sol a las 20.27 horas, también lo agradecerá.
a ver si es verdad y respetan un rinconcito de playa virgen en Málaga, que para megalópolis ya está Tokio.
Quien quiera disfrutar de los encantos de una enorme ciudad, que se ponga de acuerdo con un japonés deseoso de contemplar un bello atardecer en una playa virgen con sabor a pescaíto frito y establezcan un interbambio cultural.., aunque me temo que este negocio ya esta inventado y alguien lo llamó «turismo», aunque lamentablemente la mayoría de las veces tiene más de «negocio» (para unos cuantos)que de cultura
saludos