Hoy es 11-S. Todos sabemos qué hicimos ese día. Yo estaba en Taipei, en un hotel-rascacielos de 40 plantas. Me alojaba allí invitado por el Gobierno de Taiwán para conocer la política y la economía de ese país. Mi particular 11-S taiwanés se completó con un tifón que asolaba aquel momento la isla china en uno de los días más negros de la Humanidad.
Seis años después, el periodista español Pablo Scarpellini publica Once historias de aquel once (Infinity Publishing). Carlos Fresneda, corresponsal de EL MUNDO en Nueva York, presenta esta tarde (a las 6 de la tarde, hora neoyorkina) la obra en el Instituto Cervantes de la Gran Manzana que pilota Eduardo Lago, Premio Nadal 2006.
Ayer, en la tercera página de Internacional de EL MUNDO, Scarpellini, cuya mirada y conversación demuestra cuánto ama su profesión de periodista, relataba uno de los once perfiles: Historia de un muerto colateral. Cómo el ex policía Bob Williamson perdió la vida tras exponerse durante meses al aire contaminado de la ‘Zona Cero’.
Varios de los personajes del libros tendrán una conversación en torno a los atentados en las Torres Gemelas y las huellas que han dejado en los protagonistas de aquel trágico día. Víctimas y supervivientes estarán en persona para contar lo que vivieron y repasar la memoria que ha quedado recogida en la obra de Scarpellini.
todos tenemos nuestra pequeña historia del 11-S, yo estaba en Brasil de vacaciones, aquel día exactamente en Salvador de Bahia disfrutando de la belleza de la ciudad, nos llamó la atención que la gente se agolpaba frente a cualquier televisor , pero no le dimos demasiada importancia, no tardamos mucho en enterarnos de la noticia que hizo que las vacacioes quedaran un poco «sombrías».
En aquel momento no podíamos ni imaginar, que algún tiempo más adelante viviriamos la pesadilla mucho más cerca.
Lo peor de todo es vivir esperando saber donde será la próxima vez, quienes serán los próximos en pagar la incapacidad de quienes nos gobiernan para encontrar el camino hacia el «entendimiento», supongo que la industria armamentística mueve demasiado dinero para que a nadie le interese
buscar la paz..
saludos