Es la tercera vez en seis meses que voy a una conferencia de Vargas Llosa. En abril, en Málaga. En agosto, en Marbella. Y el pasado martes, en la Fundación Juan March de Madrid. Tomo notas, escucho muy atentamente y luego vuelco sus ideas en este blog.
En la Fundación March, Vargas Llosa explicó claves de su proceso creativo. Aquí van 12 perlas:
1) Todas las historias que escriben proceden de algo que hice, vi, leí o viví.
2) Construyo a partir de las imágenes que quedan en mi memoria.
3) En mi proceso creativo siempre hay elementos imprevisibles que me sorprenden continuamente.
4) La técnica es fundamental, pero nunca ha sido un fin en sí misma. La técnica tiene que ir al servicio de la historia.
5) Leí a Faulkner con lápiz y papel. Me fascinaba cómo descolocaba al lector y lo confundía para enriquecer la historia, le creaba inseguridades que le obligaban a concentrarse.
6) Un novelista tiene que inventar dos cosas: un narrador y el tiempo.
7) Cuando un joven aspirante a escritor me pide consejos, siempre le digo que se lea la correspondencia que escribió Flaubert mientras escribía Madame Bovary. Ahí descubrí el tipo de escritor que quería ser. Es un privilegio único el poder seguir el trabajo de cinco años de Flaubert.
8) Hasta Madame Bovary, Flaubert no había demostrado talento, pero tenía una voluntad de hierro y una ambición desmesurada.
9) Flaubert diseñó una teoría muy moderna de lo que deber ser una novela: toda idea tiene una palabra justa. La novela es un conjunto de palabras justas.
10) ¿Cuándo termino una historia? Cuando estoy saturado, cuando ya no puedo hacer más.
11) Siempre tengo muchos proyectos acumulados, nunca me falta un tema.
12) Toda novela es un simulacro de vida y es una aventura distinta.
La situación del intelectual ha variado desde que la partidita de golf del domingo se entendió por `sociedad del bienestar´. Antaño, el intelectual era quien ponía en beneficio de la comunidad su vanguardia en el pensamiento y, en las calendas actuales, no es más que un avezado pensador con un sistema de razonamiento democrático dictado por los vientos de su faltriquera. Vistos a la luz del tiempo, la barba que calzaban cuando la estética del snobismo imponía ser progresista, resulta hoy una divertida anécdota de lo que fueron. Cayó el muro de Berlín, pero supieron saltar espiritualmente al otro Berlín como el novelista que de una editorial pasa a la rival sin más esfuerzo que la firma del nuevo talonario. Debajo de los adoquines no hallaron la playa; más bien la Buchinger y el `honoris causa´ en una provincia del sur ibérico.
Creo que no hay que confundir vida y obra. Ideas políticas y novelas. Me da pena que muchos no lean a Vargas Llosa porque sea de derechas/liberal/ahora entusiasta del partido de Rosa Díez.
Igual que también me parece injusto que, por ejemplo, no lean las memorias de Carrillo o los artículos de Javier Ortiz porque sean de izquierdas.
A los autores hay que valorarlos, siempre, por su obra. Sus tendencias políticas deberían quedar al margen, bien aparte.