El guitarrista andaluz se ‘mallorquiniza’ promocionando Baleares en la World Travel Market de Londres
EL MUNDO.ES; 15-11-2007
AGUSTÍN RIVERA
LONDRES.– Elaboró su discurso en unas cuartillas sueltas. Lo escribió a mano. Con bolígrafo de tinta azul. Y en castellano. Lo terminó el martes por la tarde en su habitación del Meliá White House en Londres. Las palabras de Paco de Lucía en la World Travel Market sonaron sinceras y salidas del corazón. Y fueron directas. El guitarrista, que el 11 de enero ofrecerá un concierto en el espacio multiusos Palma Arena de Palma de Mallorca, como colofón a su gira, promocionó Baleares en la World Travel Market de Londres. De Lucía presentó el catálogo de artes escénicas 2008 de las Islas con jazz, ópera, música y danza. Tuvo mérito: lo hizo a escasos 40 metros del Pabellón de Andalucía, su tierra natal.
Después de contar su experiencia vital, íntima y familiar con Mallorca en un inglés más que aceptable, elaboró una defensa de la conservación de la Isla: «Si nos cargamos la naturaleza ya no quedará nada y no vendrá turismo, ni nadie. [Mallorca] se saturará y dejará de ser un sitio atractivo para ir a soñar y a tocar la guitarra. Hasta yo no iría». Fue más allá: «Es fundamental que cuidemos la Isla. La construcción masificada me parece una barbaridad». Y apoyó, de frente, la política del president: «Mi tocayo hacer una labor muy importante para que esto no suceda».
Y es que Paco de Lucía se convirtió en ‘Xisco’ (como le llaman los amigos al jefe del Ejecutivo autonómico balear) y Francesc Antich en Paco. Pues nada, ahora tocará escribir de Paco Antich. Nada de Francesc o ‘Xisco’. Ni Fran. Tampoco Francisco. Paco Antich.
Davinia Baño Pelegrín, una chica murciana que trabaja en esta Feria ofreciendo productos Baleares, se había traído una guitarra. Quería la complicidad de ‘Xisco’ de Lucía. Y arrancarse a cantar. O a bailar. Se puso nerviosa y apenas pudo soltar un ‘lerele’. «Se me atragantó la voz», confesó Davinia. Y el guitarrista afinó el instrumento y tocó su musa. En el stand sonaba de fondo la Primavera de Vivaldi.
Su mujer, Gabriela Canseco, mexicana del DF, relató a EL MUNDO: «Mi niña tiene seis años y está aprendiendo mallorquín», declaró Canseco, «encantada» de vivir en la Isla. «Son gente muy respetuosa, te dejan estar tranquilo…». Lo quiso explicar con detalle: «Mira, en otros sitios donde hemos vivido, no te voy a decir en cuál, la gente llamaba al timbre de la puerta de la casa para que Paco bajara con su guitarra y tocara algo. Eso no puede ser».
En el stand de Baleares unas 15 veinteañeras estudiantes en Londres servían ensaimadas, sobrasadas, pan amb oli y vino de las Islas que disfrutaron (en un reservado) Paco Antich y ‘Xisco’’ de Lucía. Ya eran amigos y otro día quedaron en comer perdices.