Esta tarde me han preguntado sin parar durante una hora. Cuestiones íntimas. Y personales. También profesionales. Sobre todo me han interrogado de lo que más apasiona en esta vida: los medios de comunicación. Periódicos, revistas, radio, televisión, internet. También me han preguntado por los electrodomésticos que tengo en casa. Cuánto dinero gano al mes. ¿He ido la última semana al gimnasio? ¿Soltero? ¿Tiene peces o pájaros en casa? ¿Tengo secadora? ¿Cuántos veces he tomado un avión en el último año?
La encuestadora tendría unos 45 años. Bien vestida y maquillada. Acento sureño, de Latinoamérica. No se ha quitado el abrigo. Iba con un Tablet PC, ésos portátiles de diseño cuyas pantallas se pueden girar. Utilizaba un lápiz óptico para marcar en una casilla mis contestaciones.
Era del EGM. Del Estudio General de Medios. Muy bien presentado. Y parece que bastante fiable. «Todo es confidencial», aseguran. «Lo ha bordado», me ha dicho la encuestadora. Y se ha ido con su Tablet PC a encuestar a otra parte. Una tarde EGM. Y yo contestando a preguntas en vez de empaparme del especial ARCO de El Cultural de Rejas.
Hoy, cuatro días después de contestar a la encuesta EGM, me llaman desde la central para verificar mis datos. Pensaba que el EGM se hacía más al azar. Sorprende que las encuestas sean serias y (parece) fiables.