Salvador Moreno Peralta me envía por correo electrónico (documento Word) la conferencia que impartió el jueves en el OMAU, que conocí hace un año en la fiesta homenaje a Vargas Llosa. Había pensado ir, pero se me cruzó el cierre de un artículo para Editur. Resultado: me perdí las vistas a la Bahía desde uno de los edificios más vanguardistas de la ciudad y el verbo entusiasta y polémico de Moreno Peralta.
Son 19 folios y 21 citas bibliográficas. Subrayo un párrafo fundamental:
«Cuando unos cuantos irresponsables aguafiestas libramos la batalla contra Chelverton por querer reproducir en el Puerto de Málaga el Maremágnum de Barcelona estábamos diciendo justamente eso: están ustedes banalizando, vulgarizando, destrozando el ‘nicho de competitividad’ que habría de suponer una transformación portuaria respetuosa con los caracteres portuarios específicos del Puerto de Málaga. Y la misma motivación esgrimimos mi colega Manuel Jaén y yo cuando abandonamos el desarrollo del proyecto de la Estación María Zambrano: creemos que la estación está correctamente concebida, pero su impronta comercial la vulgariza, la iguala, la banaliza con cualquier centro comercial que pudiera estar colocado en cualquier parte».
El Puerto de Málaga se salvó, aunque queda por ver el resultado final. La estación, no, ahí está el maremagnum Vialia.
Una frase optimista: «La oferta del PTA resultaba imbatible en el muy competitivo mercado mundial de los Parques Tecnológicos». Lo explica: «Proximidad del aeropuerto, de la Universidad y nuestro privilegiado clima».
Y otra para la reflexión, la ciudad que late en la No-ciudad (el título de su conferencia):
«Aquí en España, todavía en los ochenta podíamos saber dónde estaban los límites de la mayoría de nuestras ciudades. Pero ¿podemos decir hoy dónde empieza y dónde termina esta ciudad-región que es la Sevilla, Bilbao, Barcelona, Madrid o la Málaga metropolitanas?».
¿Dónde está el límite del debate de la ciudad? Por fortuna es ilimitado, como el potencial de una ciudad que aún no es capital de nada.