Vuelvo a Sorolla tras ver estos mismos cuadros en Nueva York, en septiembre de 2004, en la Hispanic Society, en Manhattan, al norte de Central Park. Estaban descoloridos, sin la fuerza sorollana. Llenos de polvo, telarañas, deteriorados.
Bancaja los ha restaurado. Y ahora brillan, como no me imaginaba, en el antiguo Mercado de Mayoristas de Málaga. Hasta el 21 de septiembre. Los toros de Jerez, los caballeros muy serios de Navarra, la chica de Guipúzcua, los palmeras de Elche, la explosión valenciana o los pescadores de atún de Ayamonte, seguirán viajando por España. El azul Mediterráneo; el blanco, la energía de vivir, y el amarillo, el sol.