Atesoro más recuerdos de la infancia de Torremolinos que de Málaga capital. Mis padres se conocieron en el mítico hotel Pez Espada. También mis tíos. Allí comenzaron a vivir mis abuelos maternos. La Carihuela forma parte indisoluble de mi memoria sentimental. Los fines de semana de los setenta eran para mí sinómino de viajar a Torremolinos, a casa del Tito y de la Tita, y de los primos. Más de 20 años trabajó mi padre como directivo bancario en La Nogalera y luego en la avenida Palma de Mallorca.
Ahora, gracias a un teletipo de Efe que me anunció anoche mi amigo Antonio Soto, leo que la revista Highlife sitúa a Torremolinos como uno de los 50 lugares del mundo más auténticos. El otro lugar de España es la bella Valldemossa, pueblo de la montaña, a 20 minutos en coche de Palma.
Siento por Torremolinos un cariño muy especial. Mi padre luchó por su independencia. Me apasiona la arquitectura de Lamela de las torres de Playamar, muy cerca de la Avenida del Lido, donde viven -o han vivido- algunos de los mejores periodistas de esta provincia. Los Álamos es una urbanización con alta calidad de vida (¿verdad, Boquerón y Bético?). El Calvario -aún- tiene mucho encanto. Y la calle San Miguel sigue siendo internacional. Fue allí donde por primera vez descifré palabras foráneas. Extranjeros en la Costa.
Leed esta información de María del Mar Domínguez, compañera de la primera promoción de la Facultad. ¿Es Torremolinos uno de los lugares más auténticos del mundo? Los encantos no tienen que ir irremediablemente unidos a la belleza de un lugar, sino a la memoria de lo vivido, lo amado o, como yo, a los recuerdos de esa primera salida juvenil por Pueblo Blanco, las sobremesas familiares en el quinto piso de la urbanización Los Palacios. Y los pescaítos en La Carihuela, no muy lejos de aquella casita, a 40 metros de la playa, donde aprendí a montar en bicicleta.
TorremolInos tiene algo que no sabría explicar. Siendo un sitio feo y maltratado por el la cultura del pelotazo express, te enamora en el momento en el que pasas allí una noche.
Ahora no tengo tiempo porque me come el trabajo, pero cuando encuentre un ratito os contaré cosas de mi pueblo, que posiblemente solo comprendamos los de aquí, pero que me gustaría compartir.
Viva Torremolinos, Capital del Turismo de España (y sobre eso no admito discusión).
Con apenas cuatro o cinco años, mi abuelo me llevaba en el tren de Cercanías -de ahí mi obsesión- hasta Torremolinos, recorríamos la calle San Miguel y acabábamos siempre comprando un cartucho de patatas fritas con mayonesa o a veces un crepe en el goloso. Así que tampoco puedo evitar tener buenos recuerdos de Torremolinos.
Parece que es cierto que los buenos recuerdos embellecen los lugares.
Creo que a los que no tenemos un pasado ligado a Torremolinos nos cuesta más ver «su belleza», no puedo decir que lo conozca a fondo, pero para mi es un «pueblo» echado a perder por el boom turístico,con algo de imaginación se puede intuir el encanto que pudo tener en su momento, pero no es un lugar que me impresionó por su belleza a primera vista.Será que mi niñez esta ligada a un pueblo serrano, en vez de a uno costero.
Pero me gusta comprobar que los humanos no hemos perdido la capacidad de mirar con el alma, de ver más allá de lo que nos muestran los ojos y todavía podemos encontrar «la belleza oculta»
Ponte el video de Isabel Pantoja cantando Ay Torre, ay Torre, ay Torremolinos ….
Cuando en arquitectura se quiere hablar de urbanismo descontrolado y del construya usted donde pueda y quiera, se habla del modelo Torremolinos. Desde los años dorados del turismo, se cuentan todo tipo de perrerías de la cuna del turismo. Incluso hoy día en la propia Málaga, Torremolinos es sinónimo de chusma, delincuencia, droga, prostitución y cualquier clase de vicios sexuales que nos podamos imaginar. Y posiblemente todo sea cierto, pero de una forma distinta al resto de localidades de España y puede que también de Europa y de gran parte del mundo.
Y es que Torremolinos es un superviviente, y como tal se adapta a lo que se le eche. Solo aquí es posible que convivan todo tipo de tendencias culturales, religiosas, morales y étnicas sin problemas de importancia. Que una discoteca molesta a los vecinos, o que por la noche los niñatos forman jaleo cuando van de un lugar a otro, cierto, pero ¿dónde no? Nadie puede discutir que se trata de la ciudad más cosmopolita de España, y me río yo de las integraciones raciales y de los Chuecas de los que tanto presumen otros. Aquí, a diferencia del resto de lugares conviven en perfecta armonía, en una misma calle, bares de ambiente gay, con taperías, tiendas de moda o un bazar de propietario hindú. Y todo lo hacemos, desde siempre, con la mayor naturalidad. De hecho es curioso ver en Semana Santa el desfile de las cofradías del pueblo entre todo tipo de gente y zonas de ocio (prostitutas, saunas, locales de intercambio de pareja, locales gays, bares clásicos o familias con los niños) sin que jamás nadie haya faltado al respeto a nadie.
La que fuera, ciudad turísitica más filmada de España, en los 60 y 70, cayó en el ostracismo mediático fruto de sus propios errores y del dedo acusador de los medios nacionales, cosa que todavía sigue. Ahora le toca a Marbella. ¿Por qué fuera de la Costa del Sol solo se dan las noticias malas de aquí, qué pasa que en el resto de lugares turísticos no hay mafias ni robos? ¿Por qué nos pintan como si esto fuese Chicago años 30 o el sur de Italia?
Pero Torremolinos tiene algo que la hace distinta. Como decía, es un supervivente. De ningún otro modo se explicaría cómo hoy día sigue siendo líder nacional de turismo y cómo durante todo el año sus calles están llenas y verano tras verano sus plazas hoteleras agotadas o casi. Y un casi agotadas en Torremolinos es multiplicar por varias veces el número de camas de otros municipios que pretenden ser focos de atracción turística y que ni con un gran apoyo mediático son capaces de conseguir.
La verdad es que, siendo un lugar feo, tiene algo que te hace que repitas. Aquí, no hay jet set. Nadie se siente por debajo de nadie y desde luego no tienes que sufrir la repelente visión de los boquetillos de una nariz respingona, pasando soberbia y arrogante por delante tuya. Nadie se fija en nadie. Y puedes hacer lo que te de la gana sin que eso sea motivo de escándalo público. En cierto modo y guardando las distancias, Torremolinos tiene el toque rompedor y abierto que puedan tener macrourbes como Nueva York en las que eres libre de hacer lo que te salga del alma. Te puedes pasear por la calle vestido de Julio Cesar, que no verás ninguna mirada que se dirija hacia ti, cosa, que en el resto de España, no pasa.
Y sin embargo, sigue manteniendo ese toque mediterráneo y pueblerino que la hace muchísimo más cómoda que otros sitios. Adoro pasear por calle San Miguel y hacer una parada parar tomar unas coquinas con una cañita en “La Bodega”, o seguir el paseo hasta bajar al bajadillo por las famosas escaleras o por la cuesta de San Miguel, con ese ambiente retro, que esperas que te salga Alfredo Landa de cualquier bar o tienda del camino. O ir a la Carihuela a echar un día de playa y almorzar en un chiringuito una maravillosa fritura… es indescriptible. Hay que vivirlo. El paseo por sus playas o sus calles es algo deliciosos. El clima con el que Dios bendijo esta tierra, hace que tengamos, y no exagero, ocho meses de deliciosa primavera, desde Febrero hasta Junio y desde Septiembre hasta Noviembre, salpicado de ciertos días de Navidad en los que al medio día te quedas en mangas de camisa.
Y que recuerdos esos, de nuestro amigo anónimo, del cartucho de patatas fritas (eran de verdad y no congeladas) con aquella mayonesa casera y un palillo de dientes para pincharlas, que ricas por Dios. El puesto estaba justo en la esquina de al lado de la heladería San Miguel. Ahora en su lugar hay una oficina de cambio de divisas, que será más rentable que las patatas fritas, pero desde luego menos sabroso. La heladería sigue, menos mal, porque los helados estás de escándalo.
Tengo 36 años y desde pequeño recuerdo los masacotes de Showarma dando vueltas por todo Torremolinos. Cuando mi familia del norte venía y los veía se quedaban alucinados. No eran esos tarugos de algo parecido a carne que hacen ahora. Aquello era mezcla de cordero y ternera de verdad con verduras entre medio. Es como si estuviese viendo al moro de en frente de La Pequeña Danesa pinchando la carne, filetón a filetón, intercalando verdura para que le diera sabor con su jugo. A aquellos showarmas se les echaba muy poca salsa, no les hacía falta. Con la carne ya te bastaba. Los de ahora… vaya mierda.
Todavía recuerdo aquellos veranos en los que mi padre, estando de vacaciones, y aprovechando la visita a Málaga de algún familiar suyo, nos llevaba al chiringuito Antonio, un par de hamacas de aquellas de madera que pesaban como un barco, y un arroz a las dos con una buena ensalada… que rico. Y por la tarde, todos a misa, al Buen Consejo, y paseo por Calle San Miguel, helado y después a cenar a la Carihuela. O aquellos paseos de mañana de Domingo desde los Álamos hasta la roca del Santa Clara por la orilla, esquivando sandías y botellas de vinos clavadas en la arena o gente que con un cubo y un rastrillo buscaban pacientemente una buena ración de coquinas que preparar a medio día o a los pescadores tirando del copo entre todo tipo de gritos e improperios. Qué imagen la de aquellas redes repletas de pescados de todas las clases dando saltos.
Torremolinos tiene algo que te engancha, y que te hace suyo a pesar de sus muchos defectos. Supongo que es como enomarse de la más fea pero que a ti, que eres consciente de lo fea que es, te atrapa y no puedes dejar de pensar en ella, aunque por la calle, veas otras que son más guapas, más simpáticas y con más dinero. Da igual.
Torremolinos es así, y solo lo comprendemos los que aquí vivimos y los miles que repiten todos los años, porque si aquí vive más gente de fuera que del pueblo, por algo será… ¿no?
Pd. A la Pantoja la va a escuchar su p… madre, que esa clase de gente sobra en Málaga
bueno,creo que empiezo a entender que tiene de «especial» Torremolinos, la pasión que pone «su gente» en ensalzar sus virtudes.. jajaja, es broma, que nadie se lo tome a mal.Si los madrieños hicieramos los mismo a nadie le quedaría duda de que «de Madrid al cielo».., aunque a veces una este más cerca de pensar que «esta ciudad es un infierno»
Cierto Ana, pero no lo es menos el hecho de que si a Madrid le dieran la caña, la criticaran y la atacaran los medios de comunicación, estatales como atacan a Málaga(que están, todo sea dicho de paso, en Madrid)a nadie le quedaría duda, de que en la Capital no puedes dar un paso sin que te atraquen o sin encontrarte una prostituta y de que todos viven de las mafias y de los pelotazos. Cosa que no es verdad, pero, es lo que pensaría la gente, como lo hacen de Málaga, si a Madrid la humillasen como a la Costa del Sol ¿No?
Imagínate que se vendiese que Madrid es la Caracas de Europa, que los tiroteos son continuos, que las mafias extranjeras se han hecho con el control de la ciudad… ¿Que hay mafia rusa en la Costa? Pero si le va a regalar el gobierno, que está en Madrid, ni más ni menos que REPSOL…
Me gustaría ver que los telediarios dan la noticia de un concierto de alguna estrella en Málaga, porque solo cuentan los conciertos de Madrid, o de cualquier otro acontecimiento que aqui se produzca, eso sí, como haya algún suceso grave, tenemos la noticia abriendo todos los noticieros.
En fin, que no quiero seguir porque todos tenemos nuestras miserias, lo que pasa es que las de unos se ocultan y las de otros hay que publicarlas, machacarlas y exagerarlas casi por ley.
Por todo esto, y para descansar del continuo bombardeo mediático a Málaga y la costa del sol, a los de aquí nos gusta leer cosas bonitas de nuestra tierra, aunque las ecribamos nosotros mismos.