Volví de Ceuta ayer por la tarde. La ida fue en helicóptero. En el aeropuerto me encontré a Pablo Aranda, Garriga Vela y Juan Bonilla. Se iban a Melilla para un encuentro de escritores. Poco después, aparecía Domi del Postigo, que habló en el V Congreso de Periodismo sobre la radio y su programa en la SER «A vivir Andalucía».
Me reencontré con buenos amigos (Raúl Llamas, Juanjo Coronado) y otro, Miguel Ángel Mendoza, mi hermano de sangre periodística, un lepero con alma de radio, que en los últimos meses lo ha pasado mal y que ya se recupera del dolor de perder a quien te ha dado la vida.
Ceuta es una ciudad con mucho encanto. El Paseo de las Palmeras, la vista del Puerto, el Poblado Marinero. En la Casa Trujillo nació mi padre, al principio de la calle Real. Esas dos torres y la escalera de caracol donde los ocho hermanos Rivera jugueteaban en los difíciles años de la Posguerra. Y mi abuelo Agustín, que era presidente de la Federación Hispano-Marroquí de Boxeo y Natación el tiempo que le dejaba el trabajo en la gestoría Plus Ultra.
Tengo que volver más a Ceuta, mi ciudad ADN, que muchas veces olvido. Una ciudad en la que un amigo impagable encontró el amor, un excelente trabajo y su lugar en el mundo.