Mientras espero su clasiquísimo artículo antitaurino, que caerá dentro de un par de domingos, Manuel Vicent escribió ayer en El País uno de esos textos dignos para ser recortados y nunca olvidar. La cabaña se titula: «Existen seres privilegiados, que son capaces todavía de montar a cualquier edad aquella cabaña de la niñez en el interior de su espíritu para hacerse imbatibles dentro de ella frente a la adversidad».
¡Qué bueno el artículo!, estoy muy de acuerdo, todos necesitamos, aún sin ser banqueros de éxito, escondernos de vez en cuando en nuestra cabaña, sentirnos protegidos del mundo, creer que esos cuatro palitos
que hemos reunido y que crean extrañas sombras en el suelo, nos alejan de lo que no nos gusta, y es que creo que debe de tener algo que ver con nuestro subconsciente, con la seguridad que sentimos antes de nacer en el útero materno, la sensación de estar protegido contra el exterior, pero no creo que sea exclusividad de seres privilegiados saber seguir montando esa cabaña, nadie pierde a niño que un día fue, sólo lo tapan baja la máscara de ser responsable y adulto, sólo es cuestión de quitarse la máscara de vez en cuando para que nuestro niño salga a hacer cabañas.