Hace poco habló de los portavoces, algunos políticos, otros jefes de prensa, mayordomos de los periodistas unas veces y en la mayoría, qué pesados, policías de los informadores: «Los portavoces son personas que tienen un trabajo complejo: dar la mínima cantidad de información posible y que el periodista que pregunta quede con la impresión de haber ganado la partida. Los malos portavoces son los que manejan con torpeza el juego de las percepciones y quedan como mentirosos».
Sentencia sobre Leguineche, el jefe de la tribu: «Quedan pocos maestros de periodistas, pero quedan. He tenido la suerte de conocer unos cuantos en mi vida: Paco Cercadillo, Joaquín Vidal, Enrique Meneses, Sol Gallego-Díaz, Mariló Ruiz Elvira y Manu Leguineche, entre otros. Todos tienen algo en común: son referentes éticos, como el polaco Ryszard Kapuscinski. Leguineche es, además, el padre reconocido de todos los que nos dedicamos al oficio de viajar de un lado a otro para contar lo que sucede. Ha estado en mil batallas y de todas ha regresado más sabio».