Tienes el tema. Llamas al jefe a la una de la tarde. Ya está. Contactas con la fuente. No te preocupes. Hablamos después de la reunión. Las seis de la tarde y te cuelga el teléfono. Las ocho y media (dos horas y media de margen) y no te atiende. Escribes la historia, bien, pero sin la fuente que te lo iba a contar todo con detalle. Envío y quieren aguantarla un poco más. No creo que llame. Seguro que lo hará mañana. «Terminamos tan tarde». Tengo el móvil abierto. Así se complica un día.
Como preveía, la fuente llamó esta mañana para excusarse. «Estuve muy liado» y… «terminé muy tarde». ¡¡Lo sabía!!