– Yo elegí este tipo de vida. De un país y un continente a otro. Supe desde muy joven que no quería formar una familia. Soy una privilegiada por haber sido tantos años corresponsal y enviada especial.
Rosa María Calaf aporta esta reflexión (el pasado viernes, 22 horas) a los estudiantes de Periodismo que se quedan hablando con ella y Mikel Ayestaran. Fue el epílogo de las Jornadas Reporteros que he organizado para la Cátedra Manuel Alcántara de Periodismo y Literatura, junto a la Diputación Provincial de Málaga.
Calaf partirá en enero dos meses a Australia. Allí, en el desierto, donde vive mi tía Nieves, pensará que hará los próximos años. Tras el injusto ERE de TVE, como ya escribí en este blog, Rosa María se ha vinculado con el Centro Internacional de Prensa de Barcelona. Da charlas para denunciar la injusta situación de la mujer en el mundo. También de periodismo, su gran pasion. Y mantiene ese espíritu de la información, de contar a la gente lo que le pasa. Con su estilo personalísimo y creíble.
– A mí no me motiva ni Asia ni Latinoamérica. Vivo aquí, en un pueblecito junto a San Sebastián, y viajo a Irán, Irak, Pakistán y Afganistán.
Lo dice Mikel, 34 años, que con los 6.000 euros que ganó en el Premio de Periodismo Manuel Alcántara se fue a Estados Unidos. Vivió en Seatle. Reportajeó con textos y fotos en Nueva Orleans. A la vuelta buscó empleo en Madrid. Nada. Y entonces decidió que si el trabajo no va para ti, tú tienes que ir en busca de él.
Ayestaran es un enviado especial contemporáneo. Lo mismo toma imágenes fijas o vídeos. Escribe para el papel en ABC y para el blog. Sus historias tienen recorrido. Es valiente: ha estado empotrado en las tropas estadounidenses y españolas. Tiene ritmo y garra en su información. Y como persona es sencillo y muy natural. Mikel es uno de los grandes del reporterismo español. Dentro de unos años será uno de los maestros más gloriosos de la ‘tribu’ que lidera Manu Leguineche.