Jaume Matas lleva seis días maldurmiendo en su Palacete. En esos muy reformados 450 metros cuadrados, próximos al Paseo del Borne de Palma, reflexiona sobre su trémulo futuro. Matas también podrá disfrutar mañana de su lujosa residencia mallorquina pagada con dinero negro, como él mismo confesó. ¿Y el lunes? Eso ya es territorio abonado a la hipótesis. En el fin de semana más amargo de sus 53 años de vida, mastica un Lunes Santo de pesadilla en Sant Felio street.