Cuando la memoria se ejercita te das cuenta de lo que ya has perdido. Atrás quedó la Semana Santa, una sinfonía inacabada de sensaciones pretéritas, añejas en el inquieto recuerdo íntimo de los sentimientos. Aparecen las contradicciones. Las dudas se esfuman y vuelven a resurgir. Afortunados los crédulos. La fe mueve tronos y estandartes. Yo todavía soy uno de ellos.
Lo profano y la tradición. Esa Alegría que turbia ese corazón, pum, pum, en cada esquina de la ciudad vieja, conquistada en este teatro barroco de los olores y músicas. Aquella ilusión infantil transformada en escepticismo momentáneo, quizá duradero. Días inéditos. Noches de callejeo nervioso, en busca de esa estética que quisiste. Contigo estaba. Conmigo se queda. No sé hasta cuándo.