Quedé un domingo de invierno en La Canasta. Un refresco y una merienda mezclados de charla sobre arquitectura mundial. Me llevé un par de libros de rascacielos que ahora mismo veo, orgulloso, en el salón de mi casa. Hablamos también de boxeo. Él iba a pilotar, un par de días después, una mesa redonda sobre la crónicas pugilísticas de Manuel Alcántara en el diario Marca (el tema de mi tesis doctoral que espero culminar en 2011) en la que participaron José Luis Garci y Rafa Porras.
Cuando fuimos camino del coche, me habló de su hijo. Salva, Moreno Peralta, enchufó un CD. Y empezó a sonar la voz de Pablo Moreno. «Diana Navarro está emocionada con él». Su voz era diferente. Muy personal. «Y él escribe, nadie le hace sus canciones». Fueron apenas tres minutos (el camino de regreso a la cercana casa familiar) de un padre, intenso, locuaz, megaexpresivo, que promociona a los amigos el talento de su hijo. Llegará donde se lo proponga.
Este mediodía, cuando he leído el post de Javi Gómez sobre Pablo Alborán, su nombre artístico, he recordado ese domingo nocturno de 2008, aquel Salva entusiasmado al infinito (con corazón y razón). Sólo espero no perderme su próxima actuación en Málaga.
Pincha en el vídeo de Youtube, pero antes lee a Javi en su Prisma.