Hace más de una década, Miguel Bosé salió espantado de Málaga. Bosé no calculó las consecuencias de su sacrilegio: cantar Sevilla en la patria del boquerón y el chanquete. Tembló el escenario de la Plaza del General José María Torrijos, el militar fusilado en la Playa de San Andrés por sublevarse contra el monarca absolutista Fernando VII, cuando el hijo de Luis Miguel Dominguín citó el barrio de Triana.
Bosé desconocía el histriónico pique entre Sevilla y Málaga. Aquello estuvo a medio segundo de transformarse en La Katarsis del tomatazo de Lavapiés.
La Tinta de Verano que publico hoy en El Confidencial.