Rescato las fotos. Veo imágenes de un reportero pipiolo, con sed de aventura. En el tren entre Narita y el centro de Tokio observo con mirada inédita campos de arroz, casas pequeñas y mucho espacio. Nada vaticina lo que me encontraría 50 minutos después. En Shinjuku me topé de repente con el siglo XXII. Un formidable cruce de gente endemoniada.
Aquel primer impacto visual de la mayúscula, desorbitada, esquizofrénica, excitante megalópolis. Omishiroi. Un enjambre de maletines cruzando la estación de lado a lado, de adolescentes con uniforme colegial, jóvenes ejecutivas y madres cargadas con su bebé a la espalda. Veintinueve millones de personas circulando cada día por el Metro de Tokio. En Japón palpé el futuro. Era 1995, yo tenía 23 años y me bautizaba como reportero internacional.
Así arranco la tribuna que publico en el diario Málaga Hoy. Aquí el texto completo.