La Costa del Sol jamás ha tenido el más mínimo inconveniente en alojar a dictadores. Más bien, es una de las marcas de la casa. El general cubano Batista murió en Marbella en agosto de 1973. Convendría esquivar el nombre de Francisco Franco por ser demasiado obvio que no sólo inauguró pantanos, sino que frecuentó hoteles de lujo y puertos deportivos de la provincia malagueña. En 1960 Juan Domingo Perón (para Los Simpsons fue un dictador) también se hospedó en el mítico hotel Pez Espada de Torremolinos.
Puesto así, no resulta ningún disparate que Gadafi pensara exiliarse en la Costa del Sol. El territorio que abarca entre Benahavís y Málaga no es inédito para el primo hermano en lo físico del irrepetible Jesús Quintero. El loco de Libia, a través del Lybian Foreign Bank, preveía construir 1.915 viviendas, un hotel, un palacio de congresos y un campo de golf en la finca La Resinera. Se trata del latifundio más grande de la Costa, con 6.500 hectáreas, situado entre Júzcar, Pujerra y Benahavís. El enclave está afectado por el Lugar de Interés Comunitario (LIC) de las sierras Bermeja y Real y la Reserva Intercontinental de la Biosfera entre España y Marruecos.
Sirviendo otra Tinta de Verano en El Confidencial.