Pepe Hidalgo lleva dos semanas en el hotel Incosol. Al fondo, en una zona semioscura, casi lindando con la terraza, juega al mus con la cuadrilla charra histórica, sus amigos salmantinos. Nadie está muy pendiente del resultado del partido de España contra Italia. Nadie menos Hidalgo, que no para de recibir SMS y llamadas de un intermediario de casa de apuestas online.
Suena el móvil de su Nokia de primera generación.
-A ver qué ha pasado. Algo ha pasado.
Otro pitido.
Aquí sigue la Tinta de Verano que publico hoy en El Confidencial sobre el dueño de Globalia.