David Jiménez y Agustín Rivera, en octubre de 2010, tras la charla de Jiménez a los alumnos de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Málaga.
David Jiménez siempre ha creído en las historias propias. Y lo ha practicado en los reportajes, en las crónicas, en los Testigos Directos publicados en el diario El Mundo. No exagero: muchos de sus textos deberían formar parte de la Historia del reporterismo contemporáneo internacional. En octubre de 2010 le presenté en una charla que organizó la Fundación Manuel Alcántara y la UMA. Escribí este post: «David Jiménez inyecta vocación reportera». Es un periodista que siempre transmite.
Como detallo en mi tesis doctoral leída el pasado 22 de diciembre, David Jiménez es el más genuino representante del Nuevo Nuevo Periodismo español. Su libro-joya Los hijos del monzón, publicado en 2007, así lo confirma. Reporterismo literario directo al corazón. En la novela, El botones de Kabul, retrata el conflicto de Afganistán, el Vietnam del siglo XXI, se adentra en la ficción sin arrinconar la actualidad.
Mi amigo David Jiménez, uno de los más sobresalientes reporteros españoles de las últimas décadas, estrenó hace un par de meses un blog. No estaba muy convencido de los blogs, Facebook y Twitter, pero cuando se ha decidido lo ha hecho con una voz propia, lúcida y lucida. Sin concesiones, ni medias tintas, con golpes directos a la mandíbula de los poderosos.
En su blog ya lleva escritos dos posts memorables «Putas y periodistas» y «El suicidio del periódico». Si eres periodista, estudias Periodismo o eres (o eras, lamentablemente) un lector habitual de periódicos no puedes dejar de leer este texto. Lo explica con su brillantez apabullante, repleta de sentido común, que ayuda a reflexionar en qué momento se arruinó el futuro de la prensa de papel.
Al igual que lo fue (y espero que vuelva a serlo) Enric González en sus recordadas columnas en la sección de Televisión de El País, David Jiménez se está convirtiendo en la conciencia de una profesión maravillosa -también puta-, pero de la que muchos estamos enamorados de un modo irremediable. Definitivo.
Este es el post de David: «El suicidio del periódico».