Yoshie Tadano y sus hijos Gigen y Fuzuki, el pasado sábado, en su hogar provisional de Iwaki-Kashima.
Foto: Agustín Rivera
El viernes y el sábado estuve en las zonas más afectadas por el tsunami del 11 de marzo de 2011. Han sido dos días de intenso ajetreo de un sitio a otro. En muchas zonas parece como si el maremoto acabara de destrozar la zona, como si sólo hubieran pasado unos días y no 15 meses de la tragedia. El pueblo japonés es admirable. Cómo superó las dos bombas atómicas, cómo afronta un terremoto y un desastre nuclear como el de Fukushima.
Cuando ves la desolación sientes pena, tristeza, pero cuando hablas con ellos esa pena se convierte en esperanza. Sus rostros delatan sufrimiento, pero también ganas de salir adelante. No caen en la desesperación. Un buen ejemplo sería el de Yoshie Tadano, que jamás podrá volver a su casa porque su hogar está demasiado cerca del epicentro de la central de Fukushima. En su hogar provisional de Iwaki-Kashima, sigue adelante junto a sus hijos Gigen y Fuzuki. Una caricaturista les hizo un dibujo el sábado. Se quedaron muy contentos del retrato que aquí adjunto.