Ozawa: el ‘shogun’ en la sombra de la política japonesa

Ozawa: el ‘shogun’ en la sombra de la política japonesa

Ichiro Ozawa, el político japonés más influyente de las últimas décadas. (REUTERS)

Agustín Rivera (Tokio)

El shogun en la sombra de la política japonesa abandona su madriguera. Ichiro Ozawa, el político japonés más influyente de las últimas décadas, ha dejado su acta de diputado provocando un terremoto en el Partido Democrático de Japón (Minshuto). La culpa la ha tenido la subida del IVA del 5% al 10% prevista en 2015 y anunciada la semana pasada por el primer ministro, Yoshihiko Noda. Cincuenta y dos diputados abandonaron ayer su escaño. Ozawa, ex secretario general del PD, es el cabecilla de la rebelión interna en la Dieta (el Parlamento japonés).


¿Quién es Ozawa? Diputado desde el año 1969 (tenía entonces 27 años), fue uno de los protagonistas para que su partido vapuleara en los comicios generales de 2009 al Partido Liberal Demócrata (PLD), el Jiminto, la versión japonesa del PRI, con cinco décadas consecutivas (exceptuando una pequeña etapa en los noventa) gobernando la tercera potencia económica del planeta.

El Jiminto fue su escuela política (fue su secretario jefe), pero cuando vio que perdía protagonismo decidió fundar el Partido Democrático, donde aplicó su estilo, ya sin tener que darle cuentas a ningún compañero del partido. Es millonario y posee una gran cantidad de bienes inmuebles, más que ningún otro político en Japón. En enero del año pasado se le acusó de evasión fiscal sobre unos terrenos en Tokio valorados en 400 millones de yenes (unos cuatro millones de euros). 

Desde la década de los noventa, Ozawa siempre se ha encargado de elegir directamente, con mano férrea, a los candidatos de su partido y de aprobar el presupuesto para las campañas electorales. “Odia a la gente que le da consejos o advertencias. A los que se han atrevido a discutir sus ideas los ha eliminado políticamente”, destaca a El Confidencial una periodista japonesa que trabaja para un importante medio de comunicación de Tokio.

En un país con bajas dosis de inmigración, Ozawa intenta cazar el voto de los extranjeros que cuentan con residencia permanente en Japón. Unos creen que sólo es por interés electoral; otros dicen que sus razones son “más puras”. El caso es que su personalidad jamás pasa desapercibida. Tampoco la de su esposa, Kazuko, natural de la prefectura de Niigata, que gasta fama de mujer con carácter firme. Poco más de sabe de ella. A Ozawa no le gusta hablar de su familia ni de su vida privada.

Bebiendo sake y sin respaldo en las encuestas

“Como político, personas cercanas a él dicen que es cálido y táctil, como un jefe de partido viejo. Ha sido un brillante estratega. Pero no es un hombre del pueblo. Cuando el tsunami del año pasado, se quedó la mayor parte del tiempo en Tokio, al parecer bebiendo sake con sus amigos políticos y esperando la caída del primer ministro”, relata la última edición del semanario The Economist.

Metido en una burbuja, creyéndose absolutamente imprescindible, los sondeos apuntan a todo lo contrario. Una encuesta publicada esta semana por el diario Nikkei deja claro que Ozawa ya no cuenta con un respaldo mayoritario de la opinión pública. El 53% de los consultados por el periódico nipón, uno de los de mayor tirada del archipiélago, no entiende el intento del político japonés de provocar una dimisión interna en su propio partido. A finales de junio otra encuesta, en este caso de la agencia japonesa Kyodo, era mucho más contundente: el 80% de los sondeados rechazaba la creación de un nuevo partido fundado por él, hecho que se materializó el 11 de julio.

¿Querrá convertirse en primer ministro? Esa misma pregunta se la formuló en 2004 Tsutomu Hata, quien encabezó ese año el Gobierno japonés de coalición. “Pero el señor Ozawa, quien claramente prefiere orquestar detrás de las escenas, dijo que no estaba interesado”, contestó Hata, según publicó una crónica del corresponsal de The New York Times en Japón. El shogun en la sombra no es imprescindible, pero sí impredecible. Se espera que monte un nuevo partido o convenza a más diputados para que se fuguen del PD. Si tiene éxito, Noda tendrá que convocar elecciones anticipadas. ¿Y quién será el que esté manejando los hilos del poder? Otra vez Ishiro Ozawa.

Lo escribo en El Confidencial.

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