La Rosaleda, uno de los campos históricos del fútbol español (se ubica en el mismo lugar desde su inauguración en septiembre de 1941), jamás imaginó que en un escenario que ha sufrido un sinfín de descensos y hasta la desaparición del Club Deportivo de Málaga, una noche de agosto de 2012, húmeda, con niebla, acogería la más prestigiosa competición futbolística europea.
Tras el exilio londinense de Cazorla, su exfutbolista-franquicia, el Málaga CF se presentó en la Champions con hambre de gol y de juego elaborado. El equipo logró olvidar el verano de zozobra económica para obtener el botín de una victoria sólida ante el Panathinaikos que le acredita como favorito ante el partido de vuelta en Grecia.
El fútbol sigue siendo un espectáculo de asociaciones, de hombres con talento y virtuosos del balón. El Málaga cuenta con mimbres de sobra para triunfar con este estilo. Los jugadores que mejor pueden ejercitar el modelo se llaman Isco y Toulalan. La jugada del segundo gol del Málaga se exhibió como la mejor muestra. Pared y pared (con la incorporación de Maresca) y centro para Eliseu que conecta un tiro al centro.
El arquero del Panathinaikos ya había recibido noticias del fondo de su portería con un tiro dentro del área pequeña de Martín Demichelis. Fue el primer gol del Málaga en la Champions. El mariscal argentino no sólo imponía su criterio en defensa con el dúo con Wellington, sino que sus subidas al ataque fragmentaban la estrategia de los atenienses, sorprendidos de la triangulación con tiralíneas del Málaga que en algunos periodos rozó la perfección.
Los últimos 20 minutos de partido se convirtieron en un asedio de las huestes de Jesualdo Ferreira a la portería malaguista. Y viceversa. Willy Caballero logró imponerse frente a la falta de puntería de los griegos, que ya pensaban más en el partido de vuelta en el infierno de Atenas que en intentar un gol en La Rosaleda.
El Málaga jamás perdió la cara del partido. Ofreció cambios de ritmo, balones en profundidad y una indomable paciencia con el balón que se perdió en parte en el segundo capítulo del encuentro. Fue un 22 de agosto histórico que consiguió enamorar al público y a aquellos que vieron jugar a su equipo de la Bombonera en destartalados campos de tierra de Tercera División.