Barcelona. Atlanta. Sydney. Atenas. Pekín. Cinco ciudades. En las cinco estuvo María Peláez, no como turista sino participando en la alta competición. La única nadadora española que ha participado en cinco Juegos Olímpicos, la deportista española más joven de los Juegos de Barcelona, con apenas 14 años, disfruta hoy de Londres 2012 desde la casa de sus padres en el marinero y coqueto barrio de Pedregalejo de Málaga.
El miércoles se llevó el alegrón del año. Su compañera Mireia Belmonte lograba la medalla de plata en los 200 metros mariposa en los Juegos Olímpicos. Peláez retransmitió la competición para la cadena Cope. “No pude expresar toda la emoción que me he hubiese gustado; es muy difícil que desde fuera se entienda lo que hizo ayer Mireia; para los medios solo cuentan las medallas, hay como una obsesión… El hecho que haya hecho una final antes de la prueba de ayer ya es todo un éxito”, cuenta la nadadora malagueña de la cosecha del 77.
No ha coincidido en muchas ocasiones con Belmonte. Hicieron muy pocos entrenamientos juntas, porque cuando la nadadora Medalla de Plata entró en la Residencia Blume de Madrid, a María Peláez le quedaba poco tiempo para marcharse a Italia a entrenarse a fondo para Atenas 2004. “Mireia tiene unas cualidades increíbles, ha estado en los dos últimos ciclos olímpicos, con muchos cambios de entrenadores y siempre ha tenido un nivel espectacular. Lo que marca la diferencia es su importante madurez; para nada tiene pánico escénico. Posee unas cualidades técnicas diferentes”.
Peláez vio lo emocionada que se sentía Belmonte, no por quedar segunda en la final, un éxito buenísimo, espectacular, sino por todo el trabajo que lleva detrás estar allí en la piscina olímpica nadando entre las mejores del planeta con 21 años. María Peláez se retiró hace un año y medio convirtiéndose en una deportista de leyenda junto a la tenista Arantxa Sánchez Vicario, la tiradora con arco Pilar Fernández y María José Rienda (la esquiadora granadina, en las Olimpiadas de Invierno), al ser las únicas españolas en participar en cinco Juegos Olímpicos.
El reto personal de Pekín 2008
La nadadora guarda su mejor recuerdo deportivo de Atenas 2004, donde logró entrar en la final de relevos 4×100 estilo. “Yo había apostado muy fuerte para ir los Juegos de Atenas. Me fui dos años a Italia para entrenar muy fuerte y clasificarme. En relevos intenté entrar en la final y lo conseguí. La experiencia en Pekín fue satisfactoria, un reto: sólo mi entrenador y yo pensábamos en que podía clasificarme”, destaca Peláez. Personalmente se queda con Sydney, y también con Pekín, porque pudo disfrutar de ver en directo otros deportes.
Insiste en la importancia de los valores del sacrificio. “En todos los deportes el talento puede influir, pero la dosis de trabajo para lograr objetivos es enorme”. Por eso, la importancia trascendental, histórico, de las 20 medallas de Michael Phelps. “Es durísimo llegar ya a una final, no digamos lograr ya una medalla. Allí sólo llegan los elegidos y los que persiguen un sueño. Se le notó a Mireia cuando veía que la nadadora japonesa se le acercaba en la final. En ese momento veía ya la pared y se convenció que esto ya no se le iría de las manos”.
María Peláez, como tantos españoles, está buscando empleo. Cuando se retiró hace un año y medio trabajó un año para el Comité Olímpico Español en una campaña de difusión de los valores del deporte en la Comunidad de Madrid (donde reside) en alumnos de Primaria y ESO. “Busco un poco de todo. Docencia escolar, enseñar natación de base o en gestión deportiva”. La nadadora es licenciada en Educación Física y diplomada en magisterio. Tiene el título superior de entrenadora. “Como no tengo una vocación para algo fuera de la natación desde pequeñita, tendré que encontrar lo mío. No me cierro a nada, tampoco irme al extranjero. Visto como está el país…”, reconoce.
Cómo mejorar la enseñanza de la natación
María Peláez hace un llamamiento a mejorar la calidad de la enseñanza de la natación en España. El paso decisivo entre un deporte que ejercitan muchos españoles, pero que no ‘caza’ el talento necesario. “En España no se practica una buena captación de los niños con cualidades desde la base. Se debería potenciar las habilidades acuáticas y no ya desde pequeños enseñar los cuatro estilos. Para los niños es más fácil la flotabilidad, pero les cuesta más sacar un brazo, eso no debe ser tan importante al principio”.
En la piscina climatizada del Real Club Mediterráneo de Málaga, su club, el más antiguo de España (fundado en 1873), donde su nombre está inscrito en una placa en la entrada del recinto, los niños empiezan a aprender a nadar desde que son muy pequeños. Allí entrenan las futuras María Peláez. Y en Pedregalejo, la deportista se empapa de los Juegos Olímpicos de Londres. “Veo todo lo que puedo, a primera hora de la mañana he visto el vóley playa, luego remo, piragüismo, natación, balonmano masculino y luego veré el baloncesto”, Y rememora su participación en cinco Juegos Olímpicos, aunque quizá su recuerdo más personal, más íntimo, fue el título de campeona de Europa en los 200 metros mariposa. Lo ganó en Sevilla, el 24 de agosto de 1997. Esperanza Peláez, su hermana, escribió la crónica para El País: “La primera chica de oro”. En Londres se pierden la sonrisa con dientes separados de la niña del 92.