¿Odian los alemanes a los españoles? ¿No los soportan? Según un reportaje del diario alemán Die Welt, el testimonio de un turista germano que en 1988 se indignó ante el trato que le dieron en la estación de Huelva, no hay ninguna duda. Pero si se habla con alemanes afincados en España (uno en Mallorca, otro en Madrid y dos en Málaga) la realidad es bien distinta.
El Confidencial ha entrevistado a un abogado, un periodista y dos empresarios germanos. Los cuatro tachan de “exagerada” la historia del diario de Hamburgo (aquí el artículo original) que ha coincidido, en pleno mes de agosto, con el protagonismo alcanzado en España en la prensa internacional con los asaltos a los supermercados de Juan Manuel Sánchez Gordillo, competidor en las portadas europeas con la crisis de Siria y clarísimo aspirante -con políticos y banqueros- a arruinar la marca España.
Hans Van Rotenhan tiene 61 años. Es letrado del despacho de abogado MA de Palma. Lleva desde 1977 (“en ese momento todavía había miedo a los grises”) viviendo en España. Primero en Ibiza y luego en la isla mallorquina. Cuenta una película. Al final de Un franco, 14 pesetas (Carlos Iglesias, 2006) los dos protagonistas vuelven a España para trabajar en un sitio no muy agradable, comparado con el oasis de prosperidad suizo, pero sueltan una frase que los define: “No tenemos muchas cosas, pero en España se vive mejor que nunca”.
“Aquí hay una calidad de vida increíble y esa es la razón por la que tanta gente viene por aquí; a los alemanes le gusta mucho visitar Italia por su cultura y comida, pero para vivir prefieren España; es más estable, hay menos corrupción. En Italia la corrupción es como una sábana que lo impregna todo. En España la corrupción es solo de los políticos”. Para Rotenhan, uno de los principales problemas de los españoles radica en la barrera de los idiomas. “Aunque la educación ha aumentado mucho, los alemanes siempre dicen que quieren contratar a jóvenes españoles pero se quejan que no hablan idiomas”.
Aquí el resto del reportaje publicado el domingo en El Confidencial.