“La niña está mal, no le damos de comer y tendremos que tomar una determinación”. Melodie Nakachian llevaba unos días secuestrada. Una llamada anónima a la redacción de ABC de la calle Serrano alertaba de la amenaza. Era noviembre de 1987. Dentro de tres meses se cumplen 25 años del secuestro (con final) feliz de la niña estadounidense criada en Estepona. La madre de Ruth y José quizá soñó al principio con un desenlace a lo Melodie. Los restos óseos encontrados en la finca Las Quemadillas de Córdoba han enterrado esa leve esperanza.
“Lo de los niños de Córdoba es un trauma trágico y traumático que no puedo imaginar”, relata Raymond Nakachian, el padre de Melodie, a El Confidencial. “Cuando hay casos así, me alejo; me ponen en el ojo del huracán y lo evito”, continúa Nakachian. El millonario libanés recuerda hasta qué punto los seres humanos pueden ser crueles: Nadine Etienne, mujer de uno de los secuestradores y condenada en el juicio, había incluso reservado espacio al lado de su casa para la tumba de la niña. Melanie, la hija de Etienne, era amiga de Melodie.
Melodie Nakachian tiene ahora 30 años, es psicóloga infantil y trabaja con contratos temporales en varios países del mundo. Vuelve regularmente a la Costa del Sol para estar al lado de sus padres, Raymond y Kimera, la cantante coreana de estilo pospunk, descendente de la dinastía coreana Simla. “Melodie es una buena chica. Tiene muy buenos amigos, pero sólo dos o tres”, cuenta el empresario en entrevista telefónica con este diario.
A los Nakachian le quitaron “su alma” en los 11 días que duró el secuestro. Y algo que jamás han vuelto a recuperar, esa “chispa de la vida”. “Siempre hay temor y mi hija no tiene confianza con la gente, no quiere paparazzi, ni nada de eso”. Las imágenes de una niña indefensa, que vestía chaqueta vaquera y un jersey rojo la madrugada de su liberación, que besa a su padre ante las cámaras de Televisión Española, son las que permanecen en la retina de una España temerosa a una cadena de secuestros infantiles.
Los captores llegaron a pedir 13 millones de dólares. Raymond Nakachian confesó que no tenía ese dinero. Rebajaron la cifra a cuatro millones. Luego fue un millón. Los malhechores habían incluso aportado una fotografía de la pequeña posando con una portada de Diario 16. También enviaron un mechón de su pelo y una cinta en la que la niña pedía volver con sus padres. Raymond incluso amenazó con su suicidio si así liberaban a su hija. Los GEOS la rescataron en un apartamento de Torreguadiaro (San Roque, Cádiz). “Un fabuloso éxito de la Policía y la Guardia Civil”, relataba el arranque del editorial de El País. No pagaron ni un dólar por el rescate.
Desconfiada para siempre y alegre para los suyos, Melodie siguió haciendo su vida en el Colegio Aloha de Marbella. La princesa Kimera continúa con sus esporádicos recitales (hace dos años actuó en Nueva York) y Nakachian se dedica a escribir guiones. El matrimonio no se plantea vivir fuera de la Costa del Sol. “Estamos muy contentos. Aquí la gente nos ha ayudado. La policía se comportó de una manera fantástica, con cariño; estamos muy agradecidos. No vamos a dejar España para nada”.