… Y llegó el relevo en la Junta de Andalucía. Susana Díaz es desde este mediodía la presidenta que «quiere gobernar para todos los andaluces, buscar los que nos une, en vez de lo que nos divide». Díaz, arropada por 600 personas en el Parlamento de Andalucía, está dispuesta a «aceptar reproches y buscar soluciones».
Era el final de José Antonio Griñán como presidente. Aquel Día del Libro de 2009 en el que Chaves dejaba el cargo tras 19 años en el poder. “¿Cómo estás?”, le pregunta Griñán a Carmen Martínez Aguayo, su consejera de Hacienda. Ese “¿Cómo estás?” más bien suena a despedida institucional de Martínez Aguayo.
A José Rodríguez de la Borbolla le apetece hablar con los periodistas. “No es lo mismo ser consejero que presidente. Cuando entré en mi despacho y me vi solo, llamé a mi mujer y quería irme. Luego te haces al cargo, pero es un gran salto”. Borbolla le ha dado consejos a Susana Díaz, pero no quiere decir cuáles.
Concha Caballero, exparlamentaria de IU, y Rosa Aguilar, exconsejera y ex ministra, que acabaron mal con la coalición de izquierdas, saludan a Griñán. Se dejan querer y ver en este “nuevo tiempo” del Susanato. “Habrá que esperar aquí a la presidenta”, informa el todavía secretario general del PSOE andaluz que sonríe y habla con Alfredo Pérez Rubalcaba, olvidando los juegos subterráneos orgánicos de la calle Ferraz.
La misa política de 12 de Susana Díaz está a punto de empezar. Llega José Luis Rodríguez Zapatero. Deja pasar a la sala a varias diputadas del PP andaluz. Manuel Chaves y Griñán se ponen juntos en el puesto reservado a autoridades. Chaves chupa un caramelo. Su lugarteniente durante décadas en la Junta (el extodopoderoso Gaspar Zarrías), se ha ubicado al final de la sala. Se tiene que ir antes de que acabe el acto. “¿Qué tal, Gaspar?”. “Aquí, con mucho lío, pero bien”.
Manuel Gracia, presidente del Parlamento, inicia su intervención tuteando a la inminente presidenta. La señal interna de televisión saca varios primeros planos de una Díaz bien contenta del quizá día más importante de su vida política. Gracia le desea “la mejor suerte y buena mano”. La presidenta,excatequista, trianera, bética y amante del Rocío y la Semana Santa, jura su cargo y el discurso de toma de posesión de apenas cinco minutos lo interrumpe un familiar suyo del barrio sevillano de Triana al grito de “¡Olé, olé!”.
“Oír lo que dice la calle”
“Voy a reconocer los errores cuando los comete; quiero oír lo que dice la calle y gobernar con las luces largas”, destaca Díaz admitiendo ya que capitanear la Junta de Andalucía es un continuo vaivén. Expresa palabras para que los andaluces se sientan bien: “Un pueblo sabio e incluyente”. El discurso, tras un recuerdo a Marcos Agüera, alcalde electo de La Algaba (Sevilla), fallecido en junio de 1011, acaba con un deseo: “Recuperar el prestigio de la política”.
Díaz reconoce la labor de José Luis Rodríguez Zapatero en materia de Igualdad. A Zapatero, a quien le hace una especial ilusión el nombramiento de la nueva presidenta de la Junta de Andalucía, es a quien primero besa nada más jurar el cargo en la sala de usos múltiples del Parlamento.
“A mí me ha gustado mucho”, suelta una mujer de una edad similar a la nueva jefa del Gobierno andaluz. Es el momento de efectuar una ofrenda floral ante el monumento a Blas Infante, “el padre de la patria andaluza”. “Ha sido un buen discurso, de acción y se nota que está preparada”, dice María de los Ángeles, la hija de Infante. Zoido habla que está abierto a negociar. Mientras, una imagen simboliza el día: la fotografía de los cuatro expresidentes de la Junta y la presidenta de un “nuevo tiempo” azotado por el paro y la corrupción. También por “la ilusión” de Díaz.