La juez más polémica de España, instructora de macrocausas de corrupción en Andalucía, ha despertado un ‘pim, pam, pum’ entre sindicatos, ‘asociaciones projueza’ y políticos. Unos la defienden a ultranza, otros la quisieran desde hace tiempo en la cuneta profesional. Alaya es una ‘Garzona’, un personaje mediático que transciende la Justicia. “La juez de porcelana”, expresión acuñada por el escritor Antonio Soler, resiste las presiones a favor y en contra. Sólo ella sabe hasta cuándo.
Alaya sufrió el pasado jueves un escrache en la puerta de los juzgados de Sevilla. Cuando entró en el vetusto edificio del Prado de San Sebastián, varios sindicalistas la increparon al grito de: “Fea», «pija” y «Alaya, ‘pepera’, métete en la lechera”. Los representantes de UGT no ocultaban con estos comentarios su indignación ante el arresto de Rafael Mera, secretario general de este sindicato en Cádiz, y Roberto Carmona Soto, exsecretario de Desarrollo Industrial de Comisiones Obreras, durante el transcurso de la segunda fase de la Operación Heracles (caso de los ERE falsos). Un grupo de los que increpó a Alaya se fue luego a comer a uno de los restaurantes más caros de la capital andaluza.