«¡Loco, loco!», gritaban. Con 41 años, yo era de los más jóvenes. Bueno, a escasos 20 metros, detecté a otro -incluso- más: un ya antiguo alumno de Periodismo que peina 22 añitos.
Loquillo es un chulo de categoría. Juega en el escenario como si fuera su último concierto, en una suerte de equilibrio entre las canciones clásicas y las actuales, menos favoritas de las chicas selfie.
En Málaga, este sábado, cantó La mataré, una canción nada romántica, absolutamente incorrecta. El arte no debe casarse con los parámetros establecidos de la corrección. Si lo hiciera, ya no sería arte. Ni música.
Loquillo deja que sus lugartenientes (los guitarristas, el batería, todos) exhiban su talento. Y gasta ese aire chuleta, como si aún no hubiera abandonado el barrio del Clot. También sonríe y se ríe con (no del) el público. Loquillo sabe que quizá alguna vez fuimos los mejores. Yo para ser feliz sólo me faltó que cantara la del camión.
Foto: https://www.culturasur.com/evento/fecha/2012/02/23/loquillo-en-malaga.html