Adrián te sonríe enseguida y se quiere hacer tu amigo.
–¿Me puedo echar una foto contigo?
Un niño alegre. Disfrutón. Tiene ganas de tocar la caja y cantar. Sobre todo, cantar. Inquieto, nerviosillo, no para. Gesticula. El niño se sienta en los brazos de Rafael, el padre. Toñi, la madre, llega al salón de la casa y observa a su hijo, el protagonista de esta historia de sueños alcanzables, talento y superación.
El niño sufre un problema neurológico: hidrocefalia corregida con una válvula. También una agionesia de radio. En la mano izquierda carece de este hueso y en la derecha el radio es más pequeño de lo habitual. Lleva ya 15 operaciones en el Hospital San Rafael de los Hermanos de San Juan de Dios de Madrid. Hace una semana le volvieron a operar. Tiene tres agujas metidas en su mano. Se recupera entre timbales y cante. Pura magia.
Sietemesino, con pocos días de vida, soltó una nota musical sostenida a las cinco de la mañana. Acababa de tomarse el biberón. No tenía hambre, ni iba a llorar, porque Adrián no ha llorado nunca. “Hizo algo y yo le estaba cantando en ese momento”, cuenta Toñi. Aquella noche se asustó y le colocó, muy despacio, en la cuna, “con un poquito de miedo”.
Foto: Agustín Rivera
Aquí el resto del reportaje que he publicado hoy en El Confidencial.