Me divertí mucho escribiendo esta crónica de ambiente -de color también se denomina- de la ruta ‘selfie’ de Mariano Rajoy por la calle Larios. Este fue el arranque:
“¡8-1, 8-1! ¡Soy el rey del futbolín!”. La barba de Rajoy besa a una rubia. Abraza a un chico ‘pepero’ de pantalón de pinzas que no para de reír. Y a su hinchada favorita, los que le jalean lo “guapo” y lo “bien” que dio en cámara ante Bertín Osborne. “¡8-1, ¡8-1!”, repite el presidente en funciones y candidato de Génova, 13. Ni rastro del CIS, ni gaitas. Ni milongas. El futbolín, el sofá del galán jerezano. Eso es lo que importa. La televisión ‘prime time’. “Ayer se vio al auténtico Mariano”, cuenta un fiel a la causa.