Adela Utrera fue la pionera en Málaga. Al menos de modo oficial. Antes alguna se había colado de tapadillo. Hace 12 años decidió que había llegado el momento de cumplir uno de sus sueños: portar el Cristo de la Buena Muerte, más conocido como el Cristo de Mena, protector de La Legión. En ese momento era la secretaria general de Mena y ese puesto ‘orgánico’ implicaba por tradición no escrita ir en la procesión como mayordomo de trono, el que levanta al toque de dos golpes de campana la imagen que llevan más de 200 personas bajo el varal. Pero Adela deseaba ser capataz o aprendiz de capataz, quien indica los pasos a la izquierda a la derecha de los portadores.