Quise olvidar todo lo que había aprendido, los restos de mi cuerpo desvencijado. Seres derrotados en batallas infinitas de la memoria. Nochevieja, carrusel eterno de sensaciones en la búsqueda de aquel aroma que perdí. Cuando seamos otros, cuando la guerra nos venza, cuando el tiempo sea ceniza, el alma de Fin de Año nos esperará para otra campanada. Como la de la primera vez que ahora evoco sabiendo que ya trae un nuevo aire de felicidad.
Foto: Agustín Rivera