Desde el Seminario de Málaga se fotografía una de las mejores vistas de la ciudad. Allí, en una de las 11 habitaciones habilitadas como residencia de obispos eméritos, vive Fernando Sebastián, amante de la música de Bach y de la novela contemporánea, cardenal nombrado por el Papa Francisco el pasado 12 de enero [el 22 de febrero asumirá en Roma el nuevo purpurado]. Sebastián (Zaragoza, 1929), uno de los teólogos más prestigiosos del clero español, se ha convertido en el látigo de gais y lesbianas con unas explosivas declaraciones. A su ‘juicio’, la homosexualidad es “una deficiente sexualidad que se puede curar con tratamiento médico”.
¿Este es el mismo Fernando Sebastián que fue en su día uno de los discípulos más aventajados de Vicente Enrique y Tarancón, el prelado clave de la Transición? ¿El mismo que apaciguó en su etapa de arzobispo de Pamplona al episcopado vasco? La entrevista del diario Sur del pasado domingo no ha sentado nada bien a los sacerdotes de base. La jerarquía de la Iglesia local de Málaga, pilotada desde 2008 por el obispo Jesús Catalá, de línea conservadora, no se ha pronunciado en público; tampoco la Conferencia Episcopal.
Quien sí lo ha hecho es la Confederación Española de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales Colegas que este jueves registró un escrito ante la Fiscalía de Málaga. Pide una investigación por si las declaraciones de Sebastián fueran constitutivas de delito. También exigen una rectificación «inmediata». Para el presidente de Colegas Málaga, Antonio Ferre, las opiniones del nuevo cardenal “vulneran claramente el artículo 510 del Código Penal, en tanto que son manifestaciones en las que se incita al odio y a la violencia”.