Sevilla fue su Ítaca. Vive en Triana, el barrio marinero de la que fue capital del mundo. Este es su refugio. Dice que Arturo Pérez Reverte se basó en su historia para diseñar uno de los personajes de La carta esférica. Claudio Bonifacio, cazatesoros de 66 años, lleva ocho como imputado por presunto expolio arqueológico subacuático. La empresa norteamericana Odissey le quiso hundir, dice, pero este italiano -muy poco aficionado al teléfono móvil- y casado con Milagros, peruana de 40 años, resiste con nervio y rabia en la superficie.
Él niega que sea un pirata. “Yo soy un corsario, siempre trabajo con patente de corso”, asegura Bonifacio, el cazagaleones más famoso de España, más amante del Océano Atlántico que del traicionero Mar Mediterráneo. Natural de Trieste, con bigote y físico similar a Eugenio Trías, el filósofo barcelonés recientemente fallecido, llegó a Las Palmas con 26 años. Fue allí, en Gran Canaria (donde reside un hijo suyo) cuando, motivado por su suegro, se enganchó a la pasión por los tesoros subacuáticos, los de aroma a Imperio, Armada Invencible y la conquista deAmérica que tanto ha investigado en los legajos y cartas náuticas del Archivo de Indias de su ciudad de residencia.
Esta vocación por la naufrología comenzó con la lectura del libro Tesoros y piratasescrito por Gordon Cooper y cuya primera edición en España data de 1956. En él se cuenta cómo el capitán de un barco que venía de Veracruz (México) hacia Cádiz allá por 1804, al estar bloqueados los puertos de la Península Ibérica por fuerzas navales ingleses, decidió regresar a América con toda la carga que transportaba. Hubo un motín y un naufragio.