El 11 de marzo de 2011, a las 15.25 horas de Japón, el tsunami abofeteó la costa nipona. En Ishinomaki, una de las ciudades más devastadas hace 15 meses, ubicada en la prefectura de Miyagi, el galeón San Juan Bautista, un imponente barco de estilo español, preside el puerto prácticamente intacto. Un milagro. Este buque es réplica de otro del siglo XVI en el que, desde este mismo puerto, partió en él hace 400 años la primera expedición nipona a España. Hoy se ha convertido en el símbolo de la reconstrucción de la zona.
El tsunami no pudo con este imponente barco, reconstruido en 1993 muy cerca de donde se construyó el original. Tan sólo uno de sus mástiles fue dañado. Una docena de hombres lo reparaban estos días. Su responsable, Noboru Yarada, de 47 años. “Fue increíble que el galeón no sufriera apenas daños”, señala Yarada a este diario. Y más si se tiene en cuenta que el museo de San Juan Bautista, que recrea la historia del buque, quedó totalmente arrasado. Los operarios esperan acabar la obra a finales de verano.
La historia del galeón está íntimamente vinculada a la localidad sevillana de Coria del Río. Los japoneses lo llamaron Date Maru, aunque el nombre español sigue vinculado a su réplica y al museo. Los nipones lo construyeron en 45 días y contó con la participación de 800 constructores navales, 700 herreros y 3.000 carpinteros. El daimyò (señor feudal) de Sendai, Date Masamune, encargó a Hasekura Tsuneaga que liderara en 1613 una misión que viajó a América cruzando el Pacífico. En la continuación con el viaje a Europa algunos japoneses decidieron quedarse en España, en concreto en Coria del Río. De ahí procede el apellido Japón, tan común en este pueblo andaluz.
La réplica del San Juan Bautista es admirada por los habitantes de Ishinomaki. Y también por los de Kesenuma, otro de los municipios que aún sufre las consecuencias del tsunami. Hiroshi Minegishi, pastor de la Iglesia Evangélica Bautista de este municipio (donde murieron 1.038 personas y 338 continúan desaparecidas), muestra otro barco japonés Dai-Juhachi Kyotoku Maru, arrastrado 2,5 kilómetros al interior por la fuerza del tsunami. Este buque se ha convertido en un centro de peregrinación. Acuden con velas y flores y juntan sus manos inclinando sus cuerpos como si fuera un templo de Kioto.
¿Solidaridad olvidada?
En su iglesia provisional (prefabricada, sin construcciones alrededor), Minegishi enseña las fotos de un concierto solidario organizado en Barcelona por Yoko Suzuki y Tania Mesa el 11 de junio de 2011. Era el momento de la inmensa ayuda emocional que recibieron los japoneses, hoy ya un tanto olvidada con el paso de los meses y tan sólo mínimamente resucitada en marzo de este año con motivo del primer aniversario del tsunami y accidente nuclear de Fukushima.
El pastor japonés recorre con su motillo nipona, tipo las antiguas Vespino españolas, la zona de un lado a otro. Su largo cabello blanco le convierte en una de las imágenes de la reconstrucción, aún muy lejos de culminarse. Igual que los japoneses decidieron en 1993 construir una réplica del San Juan Bautista, Ishinomaki y Kesenuma necesitan la ayuda de visitantes como el matrimonio Kamiya (Hideteru, de 82 años, y Kazuko, de 77 años), que están a punto de tomar un ferry camino de la isla de Oshima. “Nos dio mucha pena el tsunami y queríamos venir aquí para ayudar a la economía local”, cuenta Kazuko Kamiya.
El intenso mar azul, el buen pescado y los bosques inmensos de la zona se adueñan de la vista, pero las huellas del desastre no tardan en aparecer. Aquí una grieta; más allá centenares metros totalmente arrasados, como si hubiera caído sobre Japón la tercera bomba atómica. Mientras, el galeón sobrevive a la espera de la reparación de su mástil, la metáfora del Japón que siempre está en proceso de reconstrucción.
Publicado ayer, en El Confidencial.