Entre el primer y el segundo terremoto lograron rescatar del convento a la Virgen de la Huertas, la patrona de Lorca. El sacerdote Andrés Portillo, de 81 años, charla en su despacho con un misionero -franciscano como él- que lleva décadas de evangelización en África. De aspecto algo frágil, Portillo mantiene el cerebro muy bien estructurado. “Cuando hablo del terremoto me pongo triste”, confiesa a El Confidencial. Empieza su relato del desastre que asoló Lorca aquella fúnebre tarde del 11 de mayo.
“Se corrió la voz que habría otro terremoto. Por si repetía, salvamos todos lo salvable. La iglesia quedó más dañada que el convento”. El templo está repleto de andamios y sufre graves desperfectos, con grietas en las paredes y techos. Portillo lamenta no sólo el desastre patrimonial, sino las ilusiones frustradas de los lorquinos: muestra una libreta con la lista de las bodas, bautizos y primeras comuniones previstas hasta 2012. Todas suspendidas.