Aquí no hay quien mande. El alcalde dejó el poder y nadie de su partido (Izquierda Unida) está dispuesto a coger el timón. Ocurre en Carratraca, un pueblo malagueño de 900 habitantes situado a 50 kilómetros de la capital. Óscar Román dimitió como primer edil a principios de esta semana. ¿La excusa? No le gusta el papel de poli malo y ejecutar las 100 sanciones urbanísticas que la legislación actual impone contra los vecinos de su municipio.