Miércoles tarde. Jornada titulada Así es Colombia. Dedicada a Gabriel García Márquez. Museo (municipal) del Patrimonio.
Novelista
La profesora Guadalupe Fernández Ariza abundó en la relación de García Márquez con la poesía. Le influyó las lecturas del grupo poético «Piedra y cielo«. En Vivir para contarla, sus memorias, el Nobel reconoce que debe a la poesía su forma de hacer literatura.
Fernández Ariza habló de la «melancolía» de Cien años de soledad una melancolía que es una suerte de «reflexión ante la conciencia de lo efímero». Y ese tren amarillo que simboliza el símbolo del tiempo y la mecedora que alivia esa melancolía. Calaveras, telarañas, árboles raquíticos, almendros polvorientos…
«García Márquez, tan cercano a la literatura y a la historia colombiana aporta también un barniz cercano a su dimensión universal», reflejó la profesora. Y el valor de la distancia, escribiendo los autores latinoamericanos todas sus historias desde la distancia, en París o en Barcelona, «con la imagen añorada recreada desde la distancia».
Periodista
Carlos Pérez Ariza habló de la faceta de reportero de Gabo. El mejor oficio del mundo. El periodismo. Proyectan un vídeo de una entrevista a García Márquez en La 2. «Ninguna ficción es inventada, siempre hay una elaboración de experiencias«. El reportaje, género literario que creó en Relato de un náufrago, que publicó por entregas.
Pérez Ariza, profesor de la Universidad de Málaga: «Antes muchos periodistas querían ser escritores de ficción. Hoy son menos. Se conforman con ir a seis o siete ruedas de prensa al día y, si se puede, ganar más de 1.000 euros al mes».
Para García Márquez el periodismo siempre tiene que ser de investigación. Y siempre pensar en escribir corto. «El lector se va si se le acaba la respiración al leer».
Guionista
El periodista Luis Gabriel David recordó algo que sólo los muy gabológos saben: que entre 1961 y 1965 García Márquez creyó más en el poder de las imágenes que en la literatura. Quería ser guionista. Casi al 100%. Le impactó Cahiers du cinéma, (que acaba de estrenar edición española capitaneada por el crítico de cine Carlos Heredero), los 400 Golpes de Truffaut (1959) y la matiné, la sesión de las 15.15 en su añorado cine de La Barranquilla.
Me alquilo para soñar o Cómo se cuenta un cuento, libros nacidos de su experiencia en la Escuela de Cine San Antonio de los Baños (Cuba), quedan como fiel exponentes de su amor al cine, de un García Márquez que poco antes de publicar Cien años de soledad descubrió las «ilimitadas» posibilidades creativas de la novela frente al cine industrial.
A las 20.10 acaba el zafarrancho Gabo. Luego cócteles paraguayos y pasabocas (las tapas colombianas). Y querían mover el esqueleto. Un grupo de cuatro estudiantes japoneses del Malaca Instituto toman pasabocas. «El Ayuntamiento nos ha dicho que no nos deja bailar», denuncia, con educación, Carmen Elena Brown, la presidenta de Así es Colombia, dedicada al intercambio cultural hispano-colombiano.
Más García Márquez: «Desde que nací tuve el ánimo, la voluntad, la disposición y la actitud para ser escritor. Nunca pensé que iba a vivir de eso, pero estaba dispuesto a morirme de hambre para ser escritor». Y los japoneses saborean más pasabocas. «Oishi, oishi! (¡Muy rico!)». Ni que fuera sushi.