Umbral: «Cuando tenía pelo, y muy rizoso, fue el oso de peluche de mi hijo, que en cuanto veía en el periódico un señor con gafas y bigote, me lo enseñaba: ‘Un Manu, un Manu’. Creía el niño que los Manus eran una raza, y efectivamente lo son: una raza de uno solo, única, irrepetible». Manu Leguineche es el Kapuscinski español, el periodista más respetado. Ahora Leguineche publica El Club de los Faltos de Cariño (Seix Barral), una obra en la línea del Lapidarium IV(Anagrama) del autor polaco.
Martín Prieto en EL MUNDO radiografió el domingo este inclasificable libro, trufado de jugosas anécdotas periodísticas del mejor enviado especial, que siempre ha valorado, sobre todas las cosas, el periodismo y la amistad. Manu, desde Brihuega, (Guadalajara) ya no va a las guerras, pero sigue apasionado por la actualidad, el reportaje, la esencia del oficio.
Leguineche, el pasado sábado, en Babelia: «Los lectores necesitan descripciones dramáticas y un material así, caliente, no se logra desde los hoteles, sobre los miradores de la guerra o sobre la base de los partes oficiales que el ejército entrega en forma de observaciones de un testigo ocular. Hay que arriesgar, acercarse a la primera línea. Más lejos la foto no vale», relata en su artículo La tribu desdichada. Una tribu de la que es el jefe. Lo sabía el reportero Julio Fuentes. También Julio Anguita Parrado, que entregaba siempre sus textos al filo del cierre del suplemento, pero que lograba artículos siempre pulidos, argumentados y con ritmo. Manu, cuídate, te seguimos con cariño.