Para Emmanuel
Y volveré, y volveré, y volveré para cantarte… Fue uno de los momentos más sobresalientes de la noche. Al final de la canción Naturaleza Muerta aparecieron Los raperos del sur («¡Allá van!»). Dos horas de concierto en el Teatro Cervantes. Málaga. Mucha Danza. Danza Invisible.
Jesús Domínguez (alguien lo definió una vez como el Robert Capa malagueño) habla con Cristóbal G. Montilla sobre las fotos del acto. Andrés Merodio, jefe de prensa del Cervantes, charla con los fotógrafos (Sergio Camacho, Gregorio Torres y Carlos Moret), que apenas se quedan un par de canciones. Tienen prisa por enviar la foto para el periódico. Los cazadores de imágenes aprietan el gatillo de su teleobjetivo mientras Javier Ojeda, puro nervio, mucha Danza, bien visible, aparece en el escenario con una chaqueta negra y una camiseta blanca de tirantes.
Danza Invisible cumple 25 años de música. Bueno, 26 porque Ricardo Texidó, Chris Navas y Manolo Rubio empezaron un año antes en Torremolinos. El espectáculo comienza con canciones de Clima Raro (1993): Amor de madre y La estanquera. Como siempre, suenan mejor en directo que en la radio del coche o el MP3. En vinilo, sí. A tu alcance, Reina del Caribe…
Javier Ojeda no ahorra las críticas: al urbanismo salvaje de la Costa del Sol: «Desde La Línea [de la Concepción] hasta Torremolinos no queda ni un metro libre de terreno. ¡Qué le vamos a dejar a nuestros hijos!».
Aunque continúa investigando en los sonidos caribeños y africanos (Catalina fue una de las más aclamadas), se atreve con el flamenco («Los andaluces somos chirigota y soleá»), sin olvidar a Van Morrison (con su versión de Al este lado de la carretera) y hasta a The Doors con el estribillo de The Other Side.
La gente, animada por sonidos de contrabando, pide canciones como El pintor y la modelo y, sobre todo, El club del alcohol, cantada en el segundo bis, en el epílogo, y una de las más aclamadas junto a Por ahí se va el amor y ¡A sudar! (Guiño local: «Esta es por el Unicaja»).
Se tira al suelo. Se baja al patio de butacas y canta con la gente. El público no para de fotografiarle. Le cantan cumpleaños feliz. Texidó vuelve a la batería. También canta. Ojeda ha coqueteado con Polo Sur, pero las letras de Rodrigo Rosado nunca pasarán de moda. «Nos vemos dentro de 25 años», anunciaron Los raperos del sur. Allá van. Allá iremos…